La obesidad
es una enfermedad, en la cual el tratamiento debe ser interdisciplinario,
incluyendo el tratamiento psicológico o terapia. Ésta puede ser individual o
mediante grupos de apoyo. El objetivo del tratamiento en la esfera psicológica
es lograr que el paciente mejore su autoestima y cambie el estilo de vida.
El
tratamiento de la obesidad se puede comparar con un camino que el paciente tiene que recorrer
a través del tiempo, que durante algunos tramos puede no presentar ningún
obstáculo, pero que tendrá etapas en las cuales aparecen dificultades y que
incluso pueden llegar a parecer invencibles. Y que mejor que cuando alguien
tiene que caminar, hacerlo acompañado por alguien que de
ánimo y ayude a descubrir cuál es la mejor forma de alcanzar la meta. El
tratamiento psicológico es la ayuda que necesita la persona obesa para alcanzar la meta,
cuando decide tratar su enfermedad.
Lo primero
que hay que tratar de que el paciente entienda es que la “obesidad” es un
problema de salud y no sólo un problema estético.
Es frecuente
que la persona obesa coma ante emociones que las perturban, y que no puede exteriorizar. Por este motivo
es importante el tratamiento interdisciplinario, que incluya el apoyo
psicológico.
El
tratamiento psicológico permite que los pacientes hablen de porque no pueden
hacer la dieta, e ir descubriendo las
situaciones que les provocan una necesidad imperiosa de comer.
No hay una
un tipo de personalidad específica en los obesos, pero sí existe una tendencia
a la adicción porque muchas veces la comida les genera dependencia física y
psicológica.
Puede
influir en la obesidad las relaciones interfamiliares que se establecen a
través de la comida, lo que en algunas situaciones puede hacer más dificultoso
el tratamiento.
Los factores
socioculturales hay que tenerlos en cuenta cuando se habla de obesidad, porque
por ejemplo las propagandas que presentan los alimentos como algo atractivo
estimulan el apetito. En cuanto a la sociedad nos muestra a las personas
exitosas delgadas y a veces con un físico perfecto, lo que produce en el obeso
una baja autoestima, porque se siente rechazado y con dificultad para
establecer relaciones con otras personas.
Las
consecuencias de una autoestima baja o de no poder relacionarse con otras
personas son los estados de ansiedad,
angustia y en casos más extremos la
depresión. Algunas pacientes al verse discriminados en su trabajo o en
las relaciones interpersonales, pueden
desarrollar trastornos alimentarios como la “ingesta compulsiva”.
El objetivo
del tratamiento psicológico es que el paciente cambie su estilo de vida,
evitando el sedentarismo y modificando sus hábitos alimentarios. También se
debe apuntar a que la persona acepte su imagen corporal, para que ésta no sea
un obstáculo en su vida de relación.
La ayuda
psicológica se puede buscar no sólo en forma individual. Los grupos de apoyo
son muy buenos, porque el obeso puede compartir sus emociones con personas que
tienen las mismas dificultades o que han pasado por las mismas situaciones. El
objetivo de estos grupos es que el la persona cambie su conducta respecto a su
alimentación, a sus relaciones familiares, que aprenda a manejar sus estados de
ánimo, en una palabra estos grupos ayudan a cambiar el estilo de vida para
lograr la recuperación y lograr la meta final, bajar de peso y mantener la
reducción del mismo. De esta forma se consigue mejorar la salud física y
psicológica del paciente, y también la calidad de vida de cada una de las
personas que concurren a los grupos de apoyo.
El apoyo
psicológico ayuda a que los pacientes tengan menos recaídas en su tratamiento,
algo habitual en la obesidad, y cuando ocurren no son vividas como un fracaso
absoluto del tratamiento. Siempre se puede empezar de nuevo.
Tal vez una
persona que inicia una terapia de apoyo durante el tratamiento de la “obesidad”
se pregunte cuanto tiempo debe hacer el tratamiento o concurrir a los grupos de
apoyo. El límite lo debe poner el propio paciente, cuando se dé cuenta que
puede afrontar los problemas que va presentando la vida con confianza en sí
mismo, sin necesidad de recurrir a la comida para calmar la ansiedad que
generan las situaciones cotidianas. De todas maneras el esfuerzo personal por
lograr esto dura toda la vida, como le ocurre a todos los seres humanos a lo
largo de su existencia.